Message from Fr. Rolando Cabrera

El pasaje evangélico de la multiplicación de los panes y los peces nos muestra no solo la compasión y el poder de Jesús para satisfacer las necesidades de los demás, sino también nuestra responsabilidad de multiplicar esa compasión. Mirando a una multitud de 5,000 personas hambrientas, Jesús le pregunta a Felipe: "¿Dónde iremos a comprar pan para que coman?" Con esta pregunta Jesús deja claro que el problema de los que tienen hambre es también nuestro problema. Un cristiano no puede decir que la necesidad de los demás es solo problema de ellos. Los milagros realizados por Jesús y Eliseo requirieron que alguien viniera y ofreciera lo que tenía. Milagros ocurren cuando somos capaces de compartir.

Jesús nos está diciendo que somos parte del milagro y Dios espera nuestra cooperación para extender su amor y compasión a los demás. Como el hombre de Baal-Shalishah en la primera lectura y el muchacho del Evangelio, estamos invitados a compartir nuestros pequeños dones, confiando en que Dios los puede multiplicar para bien. Aunque lo que podamos contribuir resulte irremediablemente insignificante en comparación con la magnitud y la complejidad de la necesidad, debemos contribuir de todos modos. Nada es insignificante en las manos de Dios.

La conexión de la multiplicación con la Eucaristía es evidente. Cuando Jesús “tomó los panes, dio gracias y los repartió…” anticipó la Eucaristía en la cual el pan se transforma en su presencia multiplicada y nosotros estamos llamados a transformarnos en una comunidad caritativa y compasiva enviada a compartir lo que hemos recibido. El milagro aún continúa y somos parte de él.

¡Dios los bendiga a todos!

P. Rolando