Message from Fr. Rolando Cabrera

Querida familia de la Inmaculada:

Las lecturas de hoy hablan de amor, amor a Dios y amor a los demás. La “alegría completa” que Jesús nos promete en el Evangelio no proviene de circunstancias ideales, buena salud o buena fortuna… Proviene de creer que somos muy amados por Dios pase lo que pase. “Como mi Padre me ama, así también los amo yo…”, esta es una de las líneas más reconfortantes de todo el Evangelio. Imagínense cómo el Padre Celestial ama a su Hijo… así nos ama Jesús.

Dios nos ama no porque lo merezcamos, no porque seamos personas buenas, maravillosas y encantadoras... sino porque Él no puede dejar de amarnos. Esa es su naturaleza porque Dios es amor, Él no sólo tiene amor, Él ES amor. Dios nos ama independientemente de lo que hagamos o dejemos de hacer. Dios nos ama incondicionalmente. “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero y envió a su Hijo como expiación por nuestros pecados”.

Así nos amó Dios en Jesucristo: dando su vida por nosotros, sus amigos. Y así Jesús quiere que nos amemos los unos a los otros: como él nos amó. Nuestra “alegría completa” también proviene de amarnos los unos a los otros como Jesús nos amó. Dar la vida por los demás significa no sólo morir por los demás sino también vivir para los demás, y no sólo para nosotros mismos. Cada vez que somos capaces de olvidarnos por un momento de nosotros mismos y poner a otro en primer lugar; cada vez que hacemos un sacrificio por otra persona… de alguna manera estamos dando nuestra propia vida. “No hay amor más grande que este: dar la vida por los amigos…”

No podemos ser amigos de todos, y no todos quieren ser amigos de nosotros, pero deberíamos poder tratar a cualquier persona como trataríamos a nuestro mejor amigo. Esa es la esencia del amor cristiano.

¡Dios los bendiga a todos!

P. Rolando