Message from Fr. Rolando Cabrera
Querida familia de la Inmaculada:
Como parte del itinerario espiritual del Adviento, estamos a punto de celebrar la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Celebramos que María fue preservada inmune de toda mancha de pecado desde el comienzo de su existencia, ella es la “llena de gracia” desde el instante mismo de su concepción.
El dogma de la Inmaculada Concepción fue definido por el Papa Pío IX, en 1854, pero la Iglesia ha creído esta verdad de fe desde muchos siglos antes: Dios quiso preparar el recipiente más excelente y puro para la encarnación de su Hijo. Cuando el ángel la saludó: “Dios te salve María, llena eres de gracia …”, eso es exactamente lo que quiso decir. María está tan llena de gracia que no hay lugar en ella para el pecado. María es la llena de gracia no solo desde el momento de la Anunciación, sino desde el comienzo mismo de su vida. Desde el primer momento de su existencia, el corazón de María no solo se mantuvo libre de toda mancha del pecado, sino que fue recreado por la gracia del Espíritu Santo de una manera nueva y maravillosa, de modo que pudiera abrazar libre, amorosa y completamente la voluntad de Dios y así cooperar con el plan divino de salvación.
Aunque María fue preservada inmune de toda mancha de pecado, no fue preservada inmune de ser plenamente humana. Fue elegida desde toda la eternidad para ser la madre del Salvador, pero tuvo que decir “sí” al plan de salvación de Dios libremente como cualquier ser humano. María tampoco fue preservada inmune de las luchas y dificultades de la vida. Ella experimentó incomprensión, rechazo, pobreza, exilio, trabajo duro y el dolor supremo de toda madre: la pérdida de su único hijo … pero ella nunca retiró su “sí” a Dios.
¡María es tan única y al mismo tiempo tan cercana a nosotros! Por eso puede ser nuestro modelo. En la segunda lectura, Pablo nos recuerda que también nosotros hemos sido elegidos antes de la fundación del mundo para ser hijos e hijas amados de Dios, santos y sin mancha delante de Él, para colaborar con su plan de salvación. Esa es nuestra vocación radical y nuestra bendición. Al igual que María, debemos decir “sí” a Dios y a su voluntad todos los días y en todas las circunstancias de nuestra vida. ¡Qué nuestra Madre Inmaculada, Patrona de nuestra Parroquia, interceda por nosotros para que lleguemos a ser de verdad las personas que Dios quiere que seamos!
Dios los bendiga a todos!
P. Rolando